Anécdotas

                                                              Dzunum   

                                            

 

 

          


Reencuentro Metropolitano 

        (Anécdota)

                                                                                                        2003
El encuentro casual con un amigo de la infancia, después de cincuenta años de no verlo, me retornó al ajetreo de la descomunal metrópoli: ruidosa (sin la alegría del ruido carnavalesco y bullanguero), desordenada, contaminada y con una sobrepoblación, que desde muchos decenios atrás, rebasó la capacidad de los organismos de gobierno para el otorgamiento de los servicios más elementales que requiere una vida ciudadana digna.



El monstruo desforestó e invadió los municipios llamados ahora conurbados, lugares que antes de ese crecimiento brutal del ombligo de nuestra nación del mismo nombre, tuvieron el encanto, transparencia y tranquilidad de la provincia mexicana.

Las llamadas Delegaciones Políticas del Distrito Federal se colapsaron con los municipios de las entidades federativas vecinas, creando el caos urbano y vehicular y esparciendo en los reductos provincianos que aun existían: la polución, la inquietud, la angustia, la ansiedad, la intranquilidad y la deshumanización; contradictoriamente, sinónimos de progreso.

Constituimos (mi amigo aparecido y yo), verbalmente, una sociedad al cincuenta y cincuenta por ciento de participación en las ganancias de la venta de viviendas de equis compañía inmobiliaria, pero eso no cuenta en este relato. Lo importante es que reanudé una vida de jornada diaria de trabajo y retorné a la brega con todas mis habilidades de viejo metropolitano.

La experiencia de gran parte de mi vida como habitante de la urbe más grande y poblada del mundo, no me ayudó a reducir el desperdicio de cuatro horas entre ida y venida al sitio del nuevo trabajo.

Avecindado en el Estado de México, Municipio de Tlalnepantla, la ruta diaria a mis obligaciones laborales, fue la siguiente: a tres cuadras de mi domicilio se encuentra una avenida que lleva el nombre de un ex presidente ya fallecido, cuyos hechos históricos que se le atribuyen son: el haberse pagado durante su gobierno la deuda final para que la industria eléctrica se nacionalizara, sí, la misma que ahora se quiere entregar de nueva cuenta a los extranjeros y, como pésimo antecedente, el haber ordenado la muerte de un líder agrario y luchador social, quien fue masacrado con su esposa e hijos en un paraje del vecino Estado de Morelos.

¡Morelos!, nombre del insigne ”Siervo de la Nación”, figura valiente y limpia de nuestra historia, orgullo de este México (en cuya capital está naciendo esta ordinaria e intrascendente anécdota citadina) Pero, continuemos con la ruta hacia el lugar de mis nuevas actividades.

En esa avenida López Mateos, abordo un “microbús” y como no hay asientos vacantes --como de costumbre-- tengo que gastar mis energías viajando con el cuerpo rígido para evitar caerme, que tal parece ser la intención del conductor, al que no podría sustituir ni siquiera una bestia.

De la avenida López Mateos al anillo periférico, si hay suerte, el trayecto lleva cuarenta y cinco minutos. Esta vía (periférico) que me conducirá al basurero en que se encuentra convertido el paradero del “Metro Toreo” lleva el nombre de otro ex presidente, llamado por algunos “El Presidente Caballero” quien, por cierto, respetó la vida del líder agrario morelense a que hice ya referencia, e inclusive, le permitió --a él y sus seguidores-- conservar sus armas para legítima defensa contra los latifundistas.

Este personaje condujo la nación durante la conflagración de la segunda guerra mundial y fue portavoz de la declaración de guerra a los países del eje, posiblemente con cierta presión de nuestros eternos vecinos, que ya se habían involucrado en el conflicto bélico a raíz del bombardeo de la base naval de Pearl Harbor en las islas Hawai y, debido también --dicha declaración de guerra-- al hundimiento en el Golfo de México de los barcos petroleros nacionales: “Faja de Oro” y “Potrero del Llano”.

Pero volviendo a mi ruta, por fin, logro llegar a la estación del metro “Toreo” y después de un giro del rehilete, me dirijo a los andenes, con cierta desconfianza porque algún loco puede empujarme a las vías.

Las ventanas y mirillas de los carros, rayadas con buriles o puntas, hablan de primitivas venganzas sociales --mal dirigidas-- contra el gobierno; del desahogo de frustraciones juveniles de carácter familiar o escolar, o simplemente de desarreglos de la conducta, (como diría un psicólogo), de estos depredadores.

Solamente avanzo dos estaciones y bajo en la Estación Cuitláhuac, llamada así en recuerdo del penúltimo emperador azteca, quien asumió el poder a la muerte de Moctezuma II y combatió valientemente a Hernán Cortés, antes de que lo aniquilara la viruela, (regalo de España).

Camino hacia la avenida del mismo nombre y subo a un “microbús”, que aunque menos deteriorado que el que me condujo en el Estado de México, también es conducido como transporte de ganado.

Mi destino es la calle de Borodín, que por cierto en nada recuerda los escenarios de Las Bodas del Príncipe Igor, (hermosa ópera de ese compositor ruso). La avenida Cuitláhuac, de la que nunca se desvía el microbús que me está conduciendo, es continuación de la que inicia por el rumbo de Chapultepec con el nombre de Mariano Escobedo, ese ilustre patriota que combatió a los gringos durante la invasión de l846 a l848, destacado político y militar siempre aliado de las causas justas del pueblo mexicano.

¡Qué larga es esta calle! parece interminable y cuando llego a mi destino, ya cambió de nombre al de Alfredo Robles Domínguez, destacado arquitecto y luchador contra el régimen del usurpador y asesino Victoriano Huerta. Fue también diputado al Congreso de la Unión y candidato a la presidencia de la República, contendiendo como opositor de Álvaro Obregón. Pero no quiero competir con los cronistas de la ciudad y continuaré con mi insulso relato.

Mis ambiciones de corredor de bienes raíces, he de ser franco, se iban frustrando día a día. Escasez permanente de dinero, (un mal del mexicano desde su nacimiento hasta su muerte), la sobre valuación de los futuros departamentos en pre-venta, (departamentos que sólo existían en la ingenua imaginación de mi viejo amigo).

Para su precio, desde luego se veía que no habían tomado en cuenta el nivel tan modesto de la Col. Vallejo, donde se proyectaba su construcción.

Por encima de todo, había que dar un fuerte anticipo en efectivo, mismo que le serviría a la “empresa” para construir. En un plazo de tres meses el futuro e iluso propietario, tenía que conseguir un préstamo bancario o hipotecario ¿Cómo?, ¡Bueno!, supuestamente debía tener otra casa para hipotecarla o venderla.

Por cierto que esta palabra compuesta, de pre-venta, quiere decir que por un anticipo (fuerte) de dinero, le venden a usted, amable lector, algo que posiblemente nunca le entreguen y, además, vuelen con su dinero.
Después de tres meses de recorrer el trayecto -nada escénico ni recreativo- ya descrito en esta crónica urbanística, cansado de ver expresiones de incredulidad, renuncié definitivamente a esta actividad que resulta criminal porque requiere de incautos.

Nos enfilamos, mi “socio” y yo, sin rumbo fijo entre las calles con nombre de los más grandes músicos clásicos del mundo, que ignoro porqué escogieron la colonia Vallejo: Donizetti, Paganini, Schuman, Wagner, etc.etc.

Mi amigo en su disgusto y frustración por el tiempo perdido y cero ingresos obtenidos, echó la culpa al gobierno con palabras altisonantes y destilando bilis.

Si bien es cierto, pensé yo, que estamos padeciendo un pésimo gobierno, como ya es costumbre en mi país, y que la escasez de dinero, la miseria y el hambre crecen día a día, en este caso especial de las utópicas viviendas, poco tuvo que ver el gobierno, lo que me abstuve de comentar con mi deprimido compañero.

Tomamos juntos el “microbús” de regreso, en la Av. Robles Domínguez. Recorridas diez cuadras, mi amigo y yo, nos despedimos. Se bajó frente al teatro Virginia Fábregas y yo continué mi largo viaje a casa.

Por más que me devano los sesos, no encuentro qué experiencia pudo haberme aportado este inútil reencuentro metropolitano.

Tampoco entiendo porqué una avenida o calle del Distrito Federal deba tener tantos nombres, porque Robles Domínguez, después de cruzar la Calzada de Guadalupe, cambia nuevamente de nombre y se llama Noé, (que ya sabemos quién fue), le sigue Angel Albino Corzo –ilustre militar y político liberal chiapaneco- y finalmente Eje 3. La misma avenida con seis nombres, ¡Bueno!

 


Dzunum
 

 

 

 

 

 

                Hermosillo, Son.

 

Prueba Contundente.     

            (ANECDOTA)

 

Por ahí por 1965 o 1966, me encontraba desempeñando una comisión oficial en la ciudad de Hermosillo, Capital del Estado de Sonora.

Son tantos los buenos recuerdos que tengo de Hermosillo y en general de Sonora, que empatan en número con los que tengo de los sonorenses. ¡Ah qué gente!

Ellos, junto con los de las dos grandes penínsulas de la nación, la de Yucatán y Baja California, pésele a quien le pese, “se cuecen aparte” (discúlpenme por el uso de frases coloquiales, pero en muchas ocasiones son las de más contenido y elocuencia)

Y, a propósito de cocimiento, sí se cuece uno, sobre todo si a las dos de una tarde de agosto, se te ocurre subir a pie el Cerro de la Campana para disfrutar la vista panorámica de la ciudad.  (Ni siquiera un turista gringo se atreve)

¿Saben algo? En aquel tiempo se elaboraron y disfrutaron los mejores tacos de cabeza de res, del mundo: bocado casi celestial, para no decir regio o de cardenal.

El exquisito bocado culinario y gastronómico se debió a un indio yaqui, ya de cierta edad en aquel tiempo, a quien apodaban “El Chamarula” que por las tardes, al terminar su venta, se iba zigzagueando por la calle de Comonfort empujando el pesado carro que constituía su puesto de tacos, en completo estado de embriaguez. Y es, que, los que conocíamos el secreto para no hacer “cola”, le llevábamos de obsequio una cerveza   “tipo lager” (ligera) de la marca High Life, cuya fábrica estaba precisamente a media cuadra, en Dr. Hoeffer y Comonfort y que desapareció por obra y gracia de uno de los dos voraces monopolios cerveceros que existen en México.

Aquí “entre nos” les diré que lo de Tipo Lager (hablábamos de cerveza) el secreto que tiene es lo barato que resulta su elaboración debido a la poca cantidad de materia prima empleada, lo que trae como resultado una baja densidad y una baja graduación alcohólica. Pero ya hablaremos de cerveza en otra ocasión.

No he vuelto a encontrar otro personaje tan simpático como aquel taquero a quien todos estimábamos mucho.

Cuando por la mañana le tocaba “hacer cola” al mismo Presidente Municipal, la “raza” le gritaba ¡Chamarula atiéndelo, es el Presidente! Y el contestaba ¡Alo madre! ¡Hasta que le toque! Y todos nos reíamos con muchas ganas ante la increíble simpatía de este “amigo” (El llamaba “amigo” a todos)

Cuando tardaba uno un poco, los tacos se acababan. Entonces, quedaban dos opciones: una, caminar dos cuadras cortas y comer tacos de caguama con el taquero que colocaba su “carrito” a la puerta del pequeño hotel “Kino” y la otra ir al centro (también cercano) y comer tacos de “chilorio”(carne molida adobada) que vendía una anciana a las puertas de la entonces Oficina Federal de Hacienda.

Ahora dejemos descansar los recuerdos y vayamos con lo nuestro. El Ayuntamiento en aquel tiempo era panista. El Gobernador aunque no estoy muy seguro, parece que era Luís Encinas Johnson.

Como sigue sucediendo en la actualidad, cuando la Presidencia Municipal de la capital de estado está a cargo de un miembro de partido político opuesto a aquel al que pertenece el Gobernador, el alcalde, panista, era hostigado con frecuencia por el gobernador priísta.

Alguien convenció a la policía municipal para que se declarasen en huelga (parte del hostigamiento de que hablamos), aun cuando las normas establecían la exclusión del cuerpo policiaco, de este derecho laboral.

El pretexto fue el aumento de sueldo y los elementos policíacos se instalaron a la entrada del edificio municipal, portando algunos de ellos cartelones con consignas.

El sonorense, es en general bromista y bullanguero y cuando pasaba en su automóvil cerca del grupo “huelguista” llamándolos a veces por su nombre, les gritaba cosas que hasta a ellos los hacía reír, porque, a estos hijos de Sonora, les es difícil disgustarse.

Por mi parte, me puse a recorrer la ciudad por toda la Av. Serdán hasta el Periférico y después de regreso. Ya en ese entonces eran bastantes los semáforos y señales de tránsito.

Durante todo el tiempo que estuve circulando no vi que alguien se pasara un alto o hiciera alguna maniobra vial no permitida. La ausencia de policía en los cruceros (la policía era simultáneamente de tránsito y preventiva) se notaba porque no se escuchaba el sonido del silbato.

Daba gusto ver el orden y la moderación que guardaban los automovilistas.

Al otro día los periódicos locales destacaron el buen comportamiento ciudadano, así como que no hubo hechos violentos ni delitos durante la ausencia total de vigilancia policíaca.

Las autoridades municipales ignoraron completamente a los guardianes en huelga.

El segundo día transcurrió en las mismas condiciones y al temer los policías que se fuera a prescindir de ellos definitivamente, optaron por disculparse ante sus superiores y reanudar su labor. Si no mal recuerdo, cuando reiniciaron su trabajo, también reiniciaron los problemas viales y los hechos delictuosos. ¡Bueno! Pudo haber sido coincidencia

Ese, mexicanos, es el problema actual, “la seguridad”. Ahora estamos por aquí en el altiplano de la República, recordando aquellos buenos tiempos en la tierra del Mocho Obregón (que así lo nombran allá), eliminador de las grandes figuras de la revolución.

Adolfo de la Huerta, ilustre político y revolucionario, además de cantante profesional.

Abelardo Rodríguez, revolucionario y brillante financiero fundador precisamente de la Nacional Financiera

 Plutarco Elías Calles, Estadista, come curas y fundador del Banco de México y del PNR,   PRM o PRI.

 Nacidos en: Huatabampo, Hermosillo, Guaymas y Guaymas otra vez, respectivamente.

 Los cuatro, sonorenses, y, ex Presidentes de México.

Si los Presidentes que estuvieron después de Cárdenas, se hubieran parecido aunque sea un poco a de la Huerta, Rodríguez y Calles, otro gallo nos cantara.

¿Pero de que subplaneta habrán venido rateros, genocidas e ineptos a castigar al noble pueblo mexicano,  pretendiendo infructuosamente gobernarlo? ¿No será que la delincuencia los ha tomado y los sigue tomando como patrones?

No sería de dudarse.  Hay mucho de donde imitar.  Nuestras “autoridades” han nacido, crecido y vivido con la creencia de que el terror, la violencia, la matanza y en general la desaparición física de los ciudadanos que no encajan en su maleta, además de la humillación, la prepotencia y el mal trato, es la forma de gobernar “con mano dura para que no se me salgan del huacal” ¡Qué le parece!

 Han acuñado frases para la Real Academia Española como: “Denle un buen susto” (Esto significa para los serviles verdugos… que maten) Pero la autoridad lo disfraza para después poder lavarse las manos y decir “se les pasó la mano”

“Ya me tiene (n) hasta la madre”. “Se los dejo a su criterio”

El pueblo aprende: “Págales a unos judiciales para que le den una madriza” (remedio muy popular entre los mexicanos que por fortuna casi siempre queda en boconada)

“Rómpanles la madre”..... “Ya oyeron lo que ordena “el señor”…”El señor” así llaman los ridículos y serviles guaruras que padece este país, al que los manda a comprar tortas y se protege con ellos para que “no lo rapten” y los manda por los niños a la escuela.

Muy a propósito de lo que se debe hacer, cuando se es hombre, recuerdo algo que leí del escritor y periodista, tabacómano y cafetómano, Roberto Blanco Moheno:  Nos cuenta que aquel que fue cineasta, productor, director, actor principal de sus propias películas y posiblemente quien vendiera en la taquilla los boletos, pero ante todo, brillante fabricante de churros, el famoso cubano Juan Orol, en una ocasión, cuando su esposa era la muy guapa (como todas sus mujeres) Rosa Carmina, ésta recibió una carta nada menos que del mafioso cacique poblano Maximino Avila Camacho, entonces seguramente Gobernador de aquella entidad, citando a la dama a determinada hora de día determinado.

Juan Orol se concretó a esperar el día y hora de concertación de la cita y con pistola al cinto, sin guaruras y la carta, se apersonó con Maximino preguntándole qué se le ofrecía con la Sra. Rosa Carmina, ya que él era el esposo. El temido cacique parece que se encogió de hombros y en ese momento dio fin al acoso. Esa es la historia que pude redactar, más o menos, con lo que recuerdo haber leído. Los detalles se los pueden preguntar a Blanco Moheno.

¿Crees tú, amable lector, que este cubano creador de la cinta cinematográfica “Charros contra Gansters” pueda compararse en su actitud -que ya relatamos- con los júnior maricones, “artistas” y políticos que andan para arriba y abajo con este lastre? (los guaruras).

Por cierto que hay que abonarle a Víctor Cervera Pacheco y a López Obrador (con seguridad habrá muchos otros) el hecho de que siempre se han movido sin estas lampreas.

Habiéndome desviado de nueva cuenta del tema de seguridad, retomémoslo.

La “prueba contundente” a que se refiere el título de este texto, es el comportamiento ciudadano ejemplar -con ausencia total de policía- que les relaté haber vivido en Hermosillo, Son.  Lo que quiere decir que quienes delinquen o protegen a los delincuentes, son los policías.

Añoramos a los zorreros, los carteristas, los paqueros y aun a los chineros tan violentos, pero que no matan. Ahora resultan blancas palomas estos criminales junto a los despiadados asaltantes, violadores y secuestradores que asesinan sin piedad a toda clase de seres humanos, incluidos niños y mujeres.  Este terrible encono contra la sociedad, que siempre ha existido por las abismales distancias entre ricos y miserables no llevaba al asesinato, la tortura y la mutilación más que en contadas ocasiones.

Ahora, a ese rencor contra la sociedad, se suma el efecto de las drogas heroicas (no les veo lo heroico), que día a día proliferan gracias a la protección policíaca de que gozan los malditos narcotraficantes. ¿Por qué no publica la Secretaría de la Función Pública las declaraciones patrimoniales de los funcionarios de las Procuradurías y de los policías adscritos?

Ahora se mata a los secuestrados porque la policía tiene ficha donde puede ser identificado. (¡Que poca! ¿Verdad?)

No es cierto que vaya a haber lucha contra el hampa. ¿Por qué? Porque gran parte de la policía está mezclada con el hampa.

Si Marcelo Ebrard acuartela los fines de semana a los treinta y cinco mil policías a su cargo, la tranquilidad reinará en la ciudad de México. Podría resultar otra “prueba contundente”, sí, de que la policía es “la del boleto”

Esto no quiere decir que no existan miles de policías honestos, pero no están escogidos y allí está el problema.

Si la honestidad no existe en la cúpula, no habrá poder humano capaz de batir a la delincuencia.

                                                                                      Dzunum

                                                                                         2004

 

 

 

 

 

 

      

 

Quién….es un Líder

(Anécdota Histórica)                          

2004

A propósito de los artefactos explosivos detonados en tres oficinas bancarias (y otra más, fallida), en la población de Jiutepec, Mor. en las primeras horas del domingo 23 de los corrientes y haciendo un lado todos los cuestionamientos que pueden surgir sobre los hechos y sus motivos, que pueden ser muchos,  (como la desigualdad social, la banca en manos de gansters o la impunidad del gobernador de la entidad dedicado al

                 Rubén Jaramillo

narcotráfico), al enterarme de que los panfletos dejados por los dinamiteros se referían a un aniversario más del artero asesinato del líder zapatista Rubén Jaramillo junto con su esposa e hijos, nuevamente renació mi indignación y me puse a remembrar con amargura y también con nostalgia.

Tengo algunos recuerdos del día 27 de mayo de 1962.

Me encontraba en la, desde entonces tranquila ciudad de San Luís Potosí, capital del Estado del mismo nombre. Estaba allí para la práctica de un ajuste de seguros con motivo de un conato de incendió que sufrió una pequeña fábrica de aceites, precisamente llamada Fábrica de Aceites San Luís.

Había pasado la noche en un hotelito colonial que rebosaba pulcritud y me sentía alegre y optimista en una mañana espléndida, en plena juventud y después de un sueño plácido en una cama de latón bien abrillantado y unas deliciosas sábanas seguramente parecidas a las sábanas de Holanda de las que habla Federico García Lorca.

En un rincón -también recuerdo- sobre un armazón metálico, había una palangana o jofaina, de blanco peltre (allá le llaman lebrillo) y una gran jarra de agua (de aquella agua deliciosa que existía en el Bajío en aquellos tiempos). Las toallas en el toallero, de impecable blancura.

Lo dejé todo como estaba. Preferí salir, de acuerdo a mi costumbre, a darme un buen regaderazo aunque el baño se encontraba fuera de la habitación.

Saboreaba mi café negro en el restaurante del hotel y disfrutaba el tabaco de mi cigarro, alojando el humo en unos pulmones vigorosos y aún limpios. Además con la atmósfera de esos años, el aroma del cigarrillo era un deleite.

Abrí un periódico local, que alguien me alcanzó y vi con estupor e indignación el titular de la primera plana que decía: ¡Rubén Jaramillo asesinado!

Al enterarme en detalle de la noticia, mi malestar empeoró: Decía la crónica de la noticia, que fue masacrado por elementos del ejército mexicano (¡qué vergüenza!), en compañía de sus dos hijos, su esposa y su nuera embarazada. Fueron pasados a bayoneta calada. Desde entonces tengo aversión por los militares.

Rubén Jaramillo: luchador social, nacido en 1900 en Tlaquiltenango, Mor.  A la edad de 14 años se unió al ejército zapatista donde luchó hasta la muerte del Caudillo del Sur.

Se le debe la creación (con el apoyo del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, del Banco Ejidal y del Ingenio Azucarero de Zacatepec, que llegó a ser el más grande de América o parece ser que del mundo.

Fue Co-fundador de la Unión Nacional de Productores de Caña y aunque luchaba pacíficamente por  el reparto de tierras, continuando la labor de Emiliano, tuvo que tomar de nuevo las armas contra los enemigos, caciques y funcionarios, corruptos, como siguen siendo en la actualidad, con el apoyo del Partido Comunista Mexicano. Obligado por las circunstancias  mantuvo una resistencia armada en las montañas de Morelos.

Durante el gobierno del Gral. Manuel Avila Camacho  fue amnistiado y se le permitió conservar sus armas, dedicándose a la vida normal de nueva cuenta.

En 1945 fundó el Partido Obrero Agrario Morelense y en dos ocasiones: 1945 y 1952 luchó por la gobernatura de Morelos, sin haberlo conseguido.

Organizó a los campesinos para trabajar las tierras ociosas de Morelos y finalmente en 1958 el entonces Presidente de la República, Adolfo López Mateos, le brindó garantías para que dejara definitivamente las armas, pero transcurridos cuatro años, Rubén Jaramillo fue masacrado por elementos militares y policía judicial de Morelos.

Una semana antes (del asesinato) López Mateos se hizo fotografiar en un abrazo aparentemente fraterno con Rubén Jaramillo. Esta fotografía la publicó en su portada la revista Política que dirigía el también luchador social Manuel Marcué Pardiñas.

Sí señores, el gobierno del Lic. Adolfo López Mateos ordenó el vil y más despiadado asesinato de la historia de México, en la persona de este  Líder Agrario y su familia. Así se las han gastado los Presidentes de México (con muy escasas y honrosas excepciones).

A través de los años han surgido algunos rumores de lo que podría ser verdad.

Se dijo que el “aneurisma” que causó la muerte de López Mateos no fue tal, sino un balazo en el cuello. Asimismo que los campesinos de Morelos fueron borrando del mapa uno a uno a los que intervinieron directamente en la ejecución de Jaramillo y su familia: soldados y judiciales.

A lo largo de la República Mexicana cientos de calles y avenidas, así como escuelas y nosocomios, llevan el nombre de López Mateos. Así es este México que hace honor a quien menos lo merece.

El nombre de Rubén Jaramillo, que yo recuerde, no, ninguna calle. Tal vez en Morelos, algún ejido o callejón de pueblo lo lleve.

Pero uno de mis hijos sí lo lleva orgullosamente y también lleva el nombre de Rubén la letra de un corrido que yo compuse y que comienza: “Ya muchos te han olvidado. Aunque tu muerte sintieron. Pero habemos muchos otros. Que guardamos tu recuerdo. Quisiera que me escucharas. Jaramillo desde el cielo”

Dejé a medias el desayuno en San Luís Potosí y me tragué la amargura que sigo tragando cuarenta años después, al ver a mi Patria secuestrada de por vida por mafiosos.

                                                                                            Dzunum

 

 

El abrazo y a la semana: la ejecución.

     RUBEN JARAMILLO


              (Corrido)


Ya muchos te han olvidado
aunque tu muerte sintieron,
pero habemos muchos otros
que guardamos tu recuerdo


Quisiera que me escucharas
Jaramillo desde el cielo.

Nunca dejaste la lucha
que te heredara Zapata
“La tierra, dijo Emiliano,
es para el que la trabaja”


“Tierra y Libertad” exige
El famoso “Plan de Ayala”

Labraba la tierra ociosa
robada por los caciques
Era labor espinosa
como rama de mezquite


Pero un luchador social
sin riesgo, no tiene chiste.

Lázaro apoyó a Rubén
Manuel le dejó sus armas
para que de los caciques
se pudiera defender


Alemán y Ruiz Cortines
nada quisieron con él.

Rubén continuó la lucha
por la justicia en Morelos
Por eso buscó la ayuda
de Adolfo López Mateos


el que lo mandó matar
pero lo abrazó primero.

Adolfo López Mateos,
¿Por qué lo mandó matar
con sus hijos y su nieto
que apenas iba a brotar?


Le hicieron su Chinameca
allá en su tierra natal.

Las nuevas generaciones
no te deben ignorar
Por eso en este corrido
tu historia vengo a cantar.


Aquel veintitrés de mayo
maldita fecha será.

Muy cerca de Xochicalco
te llevaron a matar

chacales de dos gobiernos:

estatal y federal


El que acabó con tus sueños
también acabó muy mal.

Dzunum


 

 

 

 

 

Miss Universo  y México Vestido de Mujer     

                               (Anécdota)

 

Estatura 1.80 m. Medidas: 90.60.90 (busto-cintura-cadera.)

Bueno, es parte de los atributos del prototipo de “la mujer más bella” que resultó triunfante en el certamen para Miss Universo Y eso, ¿quién lo instituyó? ¿De dónde quieren que saquemos en México esos ejemplares con alzada de yeguas inglesas? Al menos que tengan nombre de virgen muy mexicana (Guadalupe) y apellido sajón (Jonnes)  como la que salió triunfante hace algunos años, o, que de plano, no tengan nada que ver genéticamente con las razas prehispánicas de Mesomérica de las que descienden nuestras bellas mujeres mexicanas.

Y aún buscando esos monumentales y gigantescos cuerpos bien proporcionados, entre las caucásicas o sajonas residentes o nacionalizadas, aún así, esos ejemplares, son sumamente raros en nuestro país. Verdaderos “garbanzos de a libra”

Pero, qué mexicano sueña o piensa en esas enormes “barbis” que esconden los pies y que sin lugar a duda, serían muy exitosas en el deporte de baloncesto. Y no porque no tengan un tipo particular de belleza, si no porqué, como reza el dicho popular: “en gustos se rompen géneros”

Ninguno de esos bellos especimenes tiene cualidades o características físico anatómicas similares o parecidas a las de las mujeres de las siete tribus nahuatlacas procedentes de Aztlán que poblaron La Meseta de Anáhuac. Tampoco tienen similitud con las mayas u olmecas ni con las mestizas, que son las que predominan.

Pero, si te pones a recorrer el extenso y hermoso suelo de esta República, te vas a quedar boquiabierto. Y es que puedes convertirte en poeta cuando te topes con una guadalajareña o tepatitlense. O si vas por Acaponeta, ¡Que suspiros paisano! Y Sabinas, Coah. ¡Qué sabinenses! ¡Y en Durango! ¡Hermosillo! ¡Tuxtla Gutiérrez! ¡Veracruz! ¡Villahermosa! “Y qué pero” puedes ponerle a las yucatecas, son únicas ¿verdad? Y además no esconden los pies. ¡Los lucen!

Por eso no nos llama mucho la atención esos concursos internacionales “de belleza” y menos por las sandeces que obligan a decir a esas atractivas jovencitas.

¿Crees tú, lector, que la inigualable belleza de las modelos de Renoir, Rubens o Ticiano midieran 1.80 m.?  ¿y satisficieran la fórmula 90-60-90? (que ¡quién sabe que hábil publicista inventó!). Son unas diosas ¿No es cierto? Y no son delgadas.

Relataré algo que muy pocos van a creer. Hace uno o dos años, dentro de una oficina bancaria, encontré a la mujer con la figura más perfecta que he visto durante mi larga vida, más un hermoso rostro de muñeca que no he podido olvidar ¿Su edad?, veinte o veintiuno años. Y lo que a muchos les parecerá increíble, es que su estatura (creo haber calculado bien) no sobrepasaba 1.45 m.

Con los ojos cerrados yo hubiera elegido para Miss Universo a esa hermosa mujercita.

 ¡Pudo haber sido yucateca!....A lo mejor.   

Dzunum

2004

 

 

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